jueves, 22 de noviembre de 2012

La Guerra de la Oreja de Jenkins

   Hoy toca hablar de una novela de aventuras plagada de combates navales, desembarcos, naufragios y abordajes. Una novela donde podremos aspirar el olor acre a pólvora escupido por los cañones de 18 libras y las carronadas de 32 de los navíos de guerra y donde el sonido atronador de las baterías costeras nos dejará sordos mientras buscamos cobijo huyendo de las balas rasas, la metralla, arcabuces y alfanjes.


   El protagonista de esta novela es un chaval de Pasajes, Guipúzcoa que con el paso de los años fue conocido con respeto por sus compañeros de tripulación y con temor por sus enemigos, como Patapalo o Mediohombre, por las muchas heridas sufridas a lo largo de años de combate en el mar al servicio de la corona española.


   Lucha contra holandeses, berberiscos, corsarios, piratas del Caribe y, como no, contra los ingleses. Con un material inferior, humilla a los súbditos de su graciosa Majestad en incontables batallas, apresa e incendia sus naves; en los mares americanos captura innumerables barcos mercantes británicos, causando graves perjuicios económicos a la pérfida Albión y participa en el rescate de Génova y en la toma de Orán.

Castillo San Felipe en Cartagena de Indias
   Pero el momento más apasionante de la novela ocurre cuando, a la edad de 54 años, con una pata de palo, sin el ojo izquierdo y con un brazo de menos, es nombrado comandante general del apostadero naval de Cartagena de Indias. Durante la Guerra de la oreja de Jenkins, nuestro protagonista se ve envuelto en la defensa de Cartagena, una plaza caribeña ubicada en la actual Colombia, mal protegida por una muralla medio en ruinas, con una guarnición compuesta por un millar de soldados españoles, trescientos milicianos, dos compañías de negros libres y seiscientos auxiliares indios vestidos con taparrabos y armados con arcos, flechas y cerbatanas. Frente a ellos la flota más grande desplegada por los británicos hasta la fecha; una fuerza de desembarco compuesta por treinta y seis navíos de línea, doce fragatas, cien barcos de transporte y treinta y nueve mil hombres armados hasta los dientes, sedientos de sangre, botín y gloria, comandados por el almirante Edward Vernon. Tan seguros estaban los británicos de la victoria que mandan despachos a Londres anunciando la toma de Cartagena antes de entrar en combate. Incluso acuñan monedas y medallas conmemorativas en recuerdo del glorioso triunfo frente a los perros españoles.


   Pero ahh… las novelas de aventuras son muy caprichosas, por algo son novelas, y la historia no transcurre como el lector cree adivinar. Tras encarnizados combates, Mediohombre vende cara su derrota y defiende palmo a palmo la plaza, haciendo frente a una lluvia de fuego y metralla escupida por la artillería e infantería británica. Los españoles ante el empuje inglés van poco a poco reculando hasta el recinto amurallado del castillo de San Felipe, no sin antes causar espeluznantes bajas al enemigo. Allí, atrincherados, resistieron todas las feroces oleadas de sus oponentes hasta que, tras días de asedio, aguantar más de seis mil bombas y dieciocho mil balas de cañón sobre las maltrechas defensas españolas, los británicos, incapaces de vencer la ferrea resistencia española, se retiran de la batalla con más de nueve mil bajas en sus filas e innumerables barcos inutilizados, quemados o hundidos.

   Finalmente, tras la heróica defensa de Cartagena de Indias por parte de nuestro protagonista, Patapalo muere meses después a causa de las heridas y sufrimientos padecidos en la batalla.

   Bueno, podréis pensar que acabo de destripar una estupenda novela de aventuras contando el final. En mi defensa puedo alegar que al principio de esta historia os he mentido un poco al decir que era una novela de aventuras. En realidad nuestro Patapalo o Mediohombre fue un personaje de carne y hueso. Todo lo que se relata en esta entrada ocurrió en la vida real. El personaje en cuestión fue ni más ni menos que don Blas de Lezo y Olavarrieta, almirante español y primer marqués de Ovieco a título póstumo, nacido en Pasajes, Guipúzcoa el 3 de febrero de 1689, ahí al lado como quien dice, y el asedio a Cartagena de Indias ocurrió en marzo de 1741. 


   Solo añadir dos cosas a esta increíble historia: una es la carta que escribió Blas de Lezo a Vernon después de la batalla que decía así: «Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir.» La otra, humillados por la derrota, los ingleses ocultaron las monedas y medallas conmemorativas grabadas con anterioridad, que se acuñaron para celebrar una victoria que nunca llegó. Jorge II, rey de Inglaterra, prohibió hablar o escribir crónicas alusivas a la humillante derrota, como si nunca hubiese ocurrido.


"El orgullo español humillado por Vernon"
   La historia de España está plagada de héroes como nuestro Mediohombre y batallas como la que acaeció en la defensa de Cartagena de Indias, dentro de la llamada "Guerra de la Oreja de Jenkins" pero hasta nuestros días solo han llegado las hazañas de personajes anglosajones. Quien más y quien menos ha oído hablar de Francis Drake, el capitán Cook o el almirante Nelson, incluso ha leído novelas de ficción como las de Hornblower o Jack Aubrey pero si preguntas a cualquier españolito de a pie quien era Blas de Lezo, Alejandro Malaspina o el cordobés nacido en Cabra Dionisio Alcalá Galiano, nadie, absolutamente nadie, sabrá de lo que hablas. Afortunadamente, los colombianos tienen mejor memoria histórica que nosotros y hoy, frente a las murallas del castillo de San Felipe en Cartagena de Indias, se puede contemplar la imponente estatua de don Blas de Lezo y Olavarrieta así como una placa conmemorativa que dice: "Aquí España derrotó a Inglaterra y sus Colonias. Cartagena de Indias, Marzo de 1741".








11 comentarios:

  1. La historia completa y rigurosa en www.labatalladecartagenadeindias.com

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    1. Sin duda. Yo he intentado novelarla un poco para "engañar" a nuestro querido lector, seguro que muchos datos de interés se han quedado en el tintero.

      Un saludo.

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  2. Me ha parecido muy interesante y ameno tu escrito.
    Genial, saludos.

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  3. Confieso q también pensé q era un relato ficticio, q por cierto se presta a una adaptación en imágenes; los escenarios son magestuosos y la historia épica. No puedo evitar visualizarlo en mi imaginación. Enhorabuena, almirante MAB.

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    1. Los españoles no perdemos el tiempo haciendo películas insípidas basadas en historias de nuestro pasado que ocurrieron en realidad, eso se lo dejamos a los británicos o norteamericanos. Aquí gastamos nuestro dinero en obras cumbre del séptimo arte como "La teta y la luna" o "Yo soy esa".

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  4. Una sugerencia,abusando de nuestra hermandad,y aprovechando nuestra afición común por la Historia,me gustaría que nos deleitaras con una entrada sobre la Batalla de las Dunas y sus consecuencias,se ha hablado mucho y son diversas las crónicas que he leido,de ahí mi petición para nuestro Almirante MAB.

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    1. Supongo que te refieres a la batalla de las Dunas de 1639. Los españoles hemos padecido en los costillares varias batallas de las Dunas a lo largo de la historia.

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  5. Efectivamente,de la cual nos dieron por todos lados,se hablaba de la influencia francesa con Richelieu a la cabeza,etc...

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