La reciente muerte de Neil Armstrong y la misión
espacial de la NASA Mars Science Laboratory, más conocida por Curiosity, ha
despertado en muchas personas la épica de aquellos primeros viajes espaciales del
hombre, con sus limitados medios técnicos y sus fabulosos presupuestos,
mientras la humanidad vivía inmersa en un período complicado de guerra fría,
con la amenaza de una guerra nuclear a la vuelta de la esquina.
Mañana se cumplen quinientos veinte años de otra
expedición, a mi modo de ver, mucho más complicada y trascendental que aquél “pequeño
paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad”. Mirando hacia atrás,
la misión del Apollo XI no supuso realmente un gran salto para la humanidad,
sin embargo el “tierra a la vista” del serviola de La Pinta, Rodrigo de Triana,
dos horas después de la madrugada del viernes doce de octubre de mil
cuatrocientos noventa y dos, al avistar la costa de la isla Guanahaní, una de las
islas del archipiélago de Las Antillas en las Bahamas, cambió por completo la
suerte de un país y trajo consigo un salto sin precedentes en la historia de la
humanidad. Las posteriores expediciones aportaron a la vieja Europa, un
continente azotado por periódicas hambrunas, desconocidos alimentos como el
maíz, la batata, la calabaza, el tomate, el chocolate, el cacahuete o maní, la
vainilla, los ajíes, la palta, la patata y el aguacate, que aún hoy constituyen el
75% de los alimentos consumidos por la humanidad. También la goma y el tabaco. Aquella
expedición causó en años posteriores una gran expansión mundial de la
navegación y el comercio entre pueblos, un espectacular avance en las técnicas
de navegación y un nuevo impulso en un mejor conocimiento de ciencias como la
astronomía, hidrografía, botánica, geografía o historia natural.
Y todo esto tuvo su inicio en el Puerto de Palos de
la Frontera, el Cabo Cañaveral español del S. XV, un tres de agosto de mil
cuatrocientos noventa y dos. Hace dos años hice un pequeño viaje a La Rábida,
visité muelle de las Carabelas y pude subir a bordo de cada una de las réplicas
de las naves que cruzaron la mar océana camino de un destino ignoto. Accedí a
todas sus cubiertas, bodegas y camarotes, y cuesta imaginar como cerca de
noventa personas se hacinaron bajo aquellas frágiles cuadernas durante treinta
y seis días, el período que va desde que la expedición hace su última escala en
la isla de La Gomera hasta que avista tierra en Las Antillas, mientras sufrían
toda clase de privaciones, tempestades, calmas chichas, vientos desfavorables y
demás contratiempos. Es normal que se produjeran varios conatos de motín y que
incluso algunos quisieran tirar al flamante almirante por la borda.
Al igual que hicieran Neil Armstrong y Buzz Aldrin al
descender por la escalerilla del LEM, quinientos años antes el Almirante Cristóbal
Colón salió a tierra en una barca armada, acompañado de Martín Alonso Pinzón,
Vicente Yáñez y un número indeterminado de tripulantes. Desembarcaron, sacó el
Almirante la bandera real y tomó posesión de las nuevas tierras en nombre de la
corona española. Desgraciadamente en aquella época no existían cámaras de televisión
ni emisiones de radio que dieran fe de las palabras pronunciadas por esos
hombres de su tiempo. Lo más parecido que tenemos es una magnífica obra del
pintor español Dióscoro Puebla, aunque me temo que demasiado idealizada.
Como decía al principio, mañana, curiosamente también
viernes, se cumplen cinco siglos y cuatro lustros de aquella increíble gesta.
Feliz
día de la Hispanidad.
cuanta amnesia hay en este pais. hay que darle a estos hitos el sitio que se merecen. buena entrada y feliz dia para ti.
ResponderEliminarGracias CaListo. La historia de España está preñada de gestas como esta. Lo realmente triste es que la gran mayoría de los españoles las desconocemos por ese espíritu cainita que nos domina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Comparto tu comentario. Cierto es que alcanzar la luna fue un éxito mayúsculo, además teniendo en cuenta que con la tecnología que se logró, cualquier astronauta, cosmonauta, o taikonauta, de hoy día, se negaría a realizar dicha misión.
ResponderEliminarPero la expedición de Colón, como la de tantos otros antes que él y de muchos otros en otras parte del mundo y en épocas diferentes, fue una gesta solo apta para hombres hechos de una pasta especial. En condiciones infrahumanas se aventuraron sin saber si regresarían y qué encontrarían en las tan aclamadas indias orientales.
Ver y llegar a pisar aquella tierra soñada que unía dos mundos desconocidos, comparto contigo tu opinión, fue una gesta sin par.
Un saludo.