En
nuestro viaje al pasado a través de las páginas de “El Pozo de Esparta” y
aprovechando las fechas festivas en las que nos encontramos, hoy quiero
llevaros de la mano a dar un paseo por el primer emplazamiento que los
españoles levantamos en el Nuevo Mundo. El 25 de diciembre de 1492,
aprovechando los restos del naufragio de la nao capitana Santa María, encallada
en los arrecifes de la costa noroeste de la actual Haití, la expedición
comandada por el almirante Cristóbal Colón construye el primer asentamiento
permanente en las nuevas tierras descubiertas al otro lado de la mar océana. Lo
bautizan como Fuerte Navidad y su emplazamiento se sitúa a escasos metros del
naufragio, entre la desembocadura del río Guarico y Punta Picolette en las
inmediaciones de la actual ciudad de Cap Haitien. En su construcción ayudan los
hombres desnudos que pueblan la zona, indígenas según el almirante, bondadosos,
pacíficos e inocentes que desconocen el uso de las armas. Gentes de buen
talante que ayudan a los hombres de Colón a establecer su primer asentamiento.
Cap Haitien. A la derecha la desembocadura del río Guarico. Panorámica del posible emplazamiento de Fuerte Navidad. |
Durante
nueve días, españoles y taínos, mano a mano, limpian el terreno y desforestan
la zona; construyen un foso que rodea la zona elegida para el asentamiento y
levantan cabañas, empalizadas y una torre fortificada con la madera rescatada
la nao capitana. Con las obras prácticamente terminadas, el 5 de enero de 1493
Colón emprende el regreso a España con la misión de comunicar a los Reyes
Católicos la noticia del descubrimiento, dejando a treinta y nueve hombres en
Fuerte de Navidad, bien pertrechados y aprovisionados, con la promesa de un
pronto regreso.
Lejos
de una convivencia pacífica, los cristianos que quedan en aquellas lejanas
tierras de su Castilla natal, sometidos a unas duras condiciones de vida,
empiezan a enfrentarse entre ellos por el liderazgo de la incipiente colonia.
El oro prometido nunca aparece y la frustración de la situación comienzan a
pagarla con la pacífica población indígena que ve como sus tierras y mujeres no
son respetadas sistemáticamente. La situación entre los españoles se torna
insostenible, abandonando muchos de ellos el asentamiento para dirigirse en
grupos por su cuenta y riesgo, a diferentes zonas de la isla. Todos ellos
mueren y son posteriormente devorados por los indios caribes, pueblo caníbal habitante
del sur de la isla, enemigo de los taínos. Debido
a estas deserciones, la dotación de Fuerte Navidad queda muy reducida,
circunstancia que aprovechan los “pacíficos” taínos para vengarse de las
tropelías cometidas por los españoles. Los indios prenden fuego al fuerte y
masacran a los españoles, arrasando el lugar y dando fin de forma trágica al
primer asentamiento español en el Nuevo Mundo.
Cuando
el 25 de noviembre de 1493 Colón regresa a la zona, como si de una secuencia de
la película “La Misión” se tratase, la expedición encuentra flotando en las aguas dos cadáveres de
españoles con los brazos extendidos y atados a un madero en forma de cruz.
Conforme van acercándose a Fuerte Navidad, el goteo de cadáveres de cristianos
es cada vez mayor. Finalmente, el 28 de noviembre de 1493, los primeros hombres de Colón llegan al fuerte, contemplando horrorizados las ruinas y los cadáveres calcinados que siembran
la zona.
El
almirante, a sabiendas de que los caciques taínos lo engañaban al culpar del
ataque de Fuerte Navidad a los caribes, renunció a una respuesta armada contra
los indios de la zona, en pos de conseguir un asentamiento más estable basado
en las buenas relaciones con los indígenas. Lo cierto es que, con el paso del
tiempo, el ataque a Fuerte Navidad creo desconfianza entre los españoles dando
lugar al comienzo de una nueva etapa: la conquista armada.
Como
curiosidad, tuvieron que transcurrir quince largos años para que la Casa de la
Contratación pagara a los familiares y herederos de aquellos primeros treinta y
nueve pobladores de América, el sueldo que se les debía por su tiempo de
servicio en la Indias Occidentales. Las cosas de palacio van despacio y si ese
palacio resulta que es español ya ni te cuento. No hay nada nuevo bajo el sol.
Felices fiestas.
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