lunes, 17 de diciembre de 2012

El Fin del Mundo -de nuevo-


   Estamos a unos pocos días de Fin del Mundo… o eso creemos que decían los Mayas. Un gran pedrolo sideral arrasará el planeta, quizás sea un terremoto devastador seguido de un gigantesco tsunami, o probablemente un cruel experimento científico provoque, como en la película “La Mosca”, una fusión genética entre Zapatero y Rajoy dando lugar a un anticristo que asole el planeta. Quien sabe… Lo que sí está claro es que el fin del mundo le llegó a la civilización Maya a finales del siglo X, fruto de su propia decadencia y no por las picas, arcabuces y culebrinas que llevaron los conquistadores españoles al nuevo mundo cinco siglos después.


   La llegada del Apocalipsis es un tema recurrente de la humanidad. Siempre tenemos que estar acongojados por algo, lo llevamos en los genes. Si miramos hacia atrás en el tiempo y rascamos un poco en la historia, descubrimos que nuestro mundo ha llegado a su fin, con día, mes y año, en incontables ocasiones según profetas e iluminados, todo una farsa y una patraña claro está, porque es obvio que aquí seguimos, para lo mejor y para lo peor.

   Los vaticinios sobre la segunda venida de Jesucristo y el fin de la humanidad son de lo más curiosos, como el del año 1806, cuando “la gallina profeta de Leeds”, comenzó a poner huevos como una loca, imitando a “la gallina de los huevos de oro” de la fábula de Esopo, solo que en vez de ser de este noble metal, eran huevos de los de toda la vida que incluían la frase “Cristo Viene” en letras capitulares. Como es lógico, aquello fue tomado como un milagro y una prueba irrefutable del fin del mundo. Mucho me temo que al final, aquella gallina-profeta terminó en una olla.


   Si hubiéramos hecho caso a un agricultor de Nueva Inglaterra estudioso de la Biblia, llamado William Miller, la humanidad habría entregado el correaje un 23 de abril de 1843. El ínclito Miller se hartó de predicar el fin del mundo y miles de personas lo siguieron, tantas como para fundar el movimiento Millerista, secta que se disolvió al comprobar que la mañana del 24 de abril de 1843 se despertaron vivitos y coleando, tan ricamente metidos en el sobre. Aunque claro, no todos los Milleristas quedaron satisfechos con que el fin del mundo finalmente no llegase y algunos de ellos se unieron para formar lo que hoy se conoce como “Adventistas del Séptimo Día”. Ha gente pa tó.

   Los mormones, como no, también tuvieron su Armagedón  particular. Joseph Smith, fundador de la iglesia mormona, convocó a una reunión de sus líderes de la iglesia en febrero de 1835 para decirles que había hablado con Dios, supongo que no por teléfono porque no existía entonces y mucho menos por Whatsapp. Dios le había comunicado cara a cara, mientras tomaban un sol y sombra, que Jesús regresaría en los próximos 56 años y que el fin del mundo comenzaría tras este regreso de Cristo. Creo que todavía lo esperan.


   Lo del cometa Halley parece sacado de un cómic de la Marvel. En 1881, un astrónomo descubrió que las colas de los cometas contienen un gas mortífero llamado cianógeno. Hasta ahí todo normal. El canguelo vino cuando se hizo público que en 1910, la Tierra contactaría con los restos de la cola del cometa Halley y que todo bicho viviente palmaría como chinches, bañados por el gas letal del cometa. Hasta el New York Times se hizo eco de la noticia, levantando el pánico en el mundo entero. De pequeño, mi abuela me contaba la historia de sus padres y hermanos asomados con miedo a la ventana en las noches de primavera de aquel 1910, esperando divisar el cometa y rezando el rosario para que no sucediera nada. Por supuesto al final no pasó nada. No sé si el rezo del rosario fue efectivo. Supongo que no tuvo nada que ver.
 
   Nostradamus, el que faltaba, también vaticinó hace 400 años que “El año 1999, séptimo mes / Desde el cielo vendrá el gran rey de terror”. Bueno, el caso es que el pedrolo justiciero o lo que quiera que fuera a venir del cielo, parece ser que a última hora cambió de idea y fue a caer en otro sitio del universo infinito.

   El fin del mundo del año 2000 seguro que todos lo recordamos porque nos pilló de lleno. Yo lo recuerdo como una inmensa estafa que en mi oficina costó varios cientos de miles de pesetas en inútiles componentes informáticos. En este caso el fin de los tiempos vino de manos de los ordenadores que no sabrían diferenciar entre el 1900 y el 2000 por un fallo garrafal que ahora no viene al caso, al programar el firmware de las Bios de las placas base. Se llegó a especular con que este inexplicable fallo informático daría lugar a un holocausto nuclear. Cientos de miles de personas en todo el mundo corrieron a comprar víveres y las armerías de EE.UU. hicieron el negocio del año, vendiendo armas a aquellos infelices que pretendían defenderse del Armagedón a golpe de automática. El 2 de enero de 2001 recuerdo la cara de tontos que pusimos todos en la oficina, cuando encendimos los equipos y no fuimos abducidos por nuestros monitores y disketeras. A lo lejos adivinamos escuchar la risa floja de nuestro instalador informático.

  

   Después del 2000 ha habido otros muchos fines del mundo, como seguro recordaréis y después de 21 de diciembre de 2012, habrá otros muchos más, como el de la fusión del hielo de los casquetes polares, el agujero de la capa de ozono que vuelve para quedarse, las llamaradas solares que convierten en chatarra a todos los satélites de comunicaciones o que Mourinho abandona el Real Madrid. Dejémonos de chorradas apocalípticas y disfrutemos de nuestro momento. Seguro que conseguimos ser más felices.


9 comentarios:

  1. Enhorabuena por la entrada me he reido mucho con ella. Genial lo de la gallina de Leeds.

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  2. Estupendo post amigo. El ser humano necesita tener la sensación de que lo controla todo, hasta el momento en el que se acabará el mundo...así somos de egocéntricos.
    Un abrazo.

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  3. Desconocía esta faceta tuya, amigo Miguel. Te la tenías muy calladita. Ya que te gustan tanto las historias de españoles has cometido un fallo garrafal al no incluir el mayor profeta español de todos los tiempos. Te cito una frase y veras como lo reconoces: ""Al mundo vendrán dentro de poco 13 millones de naves de alguna confederación intergaláctica, de Ganímedes, de Constelación Orión, de Raticulín, de Alfa, de Beta. Todo esto se está preparando ya, lo está preparando Antarcharán. Entonces la nave, cuando se ponga arriba, echará un halo de luz, como aquí ahora mismo, estas piernas las están elevando desde un platillo volante que hay a 45000 kilometros de altura"". Un fallo imperdonable, tío.

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    1. Fiuuuu, Fiuuuuu... El gran Terror iluminando con su presencia a este modesto blog. La emoción me embarga la sesera. Estoy seguro que mi señor se refiere al inimitable Carlos Jesús. Bendito seáis todos en el nombre de Yaveh.

      Un abrazo, amigo

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    2. Con lo serio y tímido que pareces en persona, nadie lo diría.

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  4. El miedo es la mejor arma por eso tienen que tenernos asustados. Buena entrada.

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