Podría ser el título de la nueva peli de Tarantino, o, pensando mal, de alguna cinta porno perdida en ese estante escondido que todo videoclub tenía al fondo a la derecha, pero no... no es eso.
Os lo cuento brevemente, porque a mí me ha resultado curioso y siempre nos viene bien algo de culturilla científica.
Una universidad galesa, la universidad de Bangor, (y qué pequeño es el mundo, existe otro Bangor en Maine, EE.UU., con un habitante muy feo y famoso, pero esa es otra historia que ya conté), organizó una expedición a la helada Islandia, para estudiar el cambio climático, esas cosas que estudian las universidades, a las que no prestamos mucha atención, y esperemos que no tengamos que arrepentirnos. Esto ocurría allá por el año del Señor de 2.006.
Y mira por dónde, encontraron unas almejas, y en lugar de hacer un buen arroz, que es lo primero que se nos ocurre a patanes como yo, decidieron estudiarlas mediante una cosa extraña que se llama dendrocronología (a pesar del nombre raro, viene a ser parecido a lo que estudiábamos en la E.G.B., de saber los años de un arbol por el número de anillos del tronco del mismo).
¡Sorpresa!, los números decían que una de las almejitas en cuestión, de la especie Arctica islandica , por cierto, que no lo había dicho, tenía 407 años. Eso la convirtió, de un día para otro, en el ser vivo más longevo conocido. Con permiso de la almejita de Marujita Dïaz, claro, pera esa también es otra historia que ni he contado ni creo que cuente en un futuro próximo.
Así que la bautizaron como almeja Ming, puesto que cuando nació, aún reinaba esa dinastía en China.
Pero es que, en noviembre del año pasado, a otro científico de la misma universidad, le dio por recontar los añitos de dicha almeja, y parece ser que no son 407, sino casi 100 años más (que también tiene narices el método científico, un 25% más). Vamos, que si la hubieran datado bien, no la hubieran llamado almeja Ming, sino almeja de la Reconquista, o almeja Gutemberg, o algo así.
La parte triste de la historia, toda buena historia tiene su parte triste; se conoce que para hacer todo esto proceso de datación, tuvieron que matar a la pobre almeja, con lo cual, nunca sabremos cuanto tiempo habría vivido si la hubieran dejado en paz.
Y ya está, cada vez que os toméis unas almejas al ajillo, o crudas, pensad que cientos de años os pueden estar contemplando.
Saludos a todos los espartan@s.
Muchas gracias a la wikipedia, por estar ahí para poder contar las cosas con un poquito de exactitud, y al programa de radio La Buhardilla, a través de cuyos podcasts (premio Bitácoras, por cierto) conocí esta historia.
Me sorprendió mucho esta noticia cuando la leí en los periódicos. Tal longevidad es impresionante. Tanto vivir expuesto a los elementos para acabar en manos de un grupo de humanos. Una pena.
ResponderEliminarComo siempre, un placer leeros.
Estoy de regreso a este mundo virtual, y encantado de que sigáis al pie del cañón. Aúpa espartanos.
Abrazos.
Gracias por el comentario, y encantados de tenerte de vuelta.
ResponderEliminarLos humanos somos "asín", nos solemos cargar casi todo lo que tocamos. Lo de esta almejita me recuerda eso que parece que propugna la teoría cuántica, que muchas veces no se pueden medir o estudiar las cosas sin modificarlas..