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jueves, 11 de octubre de 2012

¡¡Tierra a la vista!!


  La reciente muerte de Neil Armstrong y la misión espacial de la NASA Mars Science Laboratory, más conocida por Curiosity, ha despertado en muchas personas la épica de aquellos primeros viajes espaciales del hombre, con sus limitados medios técnicos y sus fabulosos presupuestos, mientras la humanidad vivía inmersa en un período complicado de guerra fría, con la amenaza de una guerra nuclear a la vuelta de la esquina.

  Mañana se cumplen quinientos veinte años de otra expedición, a mi modo de ver, mucho más complicada y trascendental que aquél “pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad”. Mirando hacia atrás, la misión del Apollo XI no supuso realmente un gran salto para la humanidad, sin embargo el “tierra a la vista” del serviola de La Pinta, Rodrigo de Triana, dos horas después de la madrugada del viernes doce de octubre de mil cuatrocientos noventa y dos, al avistar la costa de la isla Guanahaní, una de las islas del archipiélago de Las Antillas en las Bahamas, cambió por completo la suerte de un país y trajo consigo un salto sin precedentes en la historia de la humanidad. Las posteriores expediciones aportaron a la vieja Europa, un continente azotado por periódicas hambrunas, desconocidos alimentos como el maíz, la batata, la calabaza, el tomate, el chocolate, el cacahuete o maní, la vainilla, los ajíes, la palta, la patata y el aguacate, que aún hoy constituyen el 75% de los alimentos consumidos por la humanidad. También la goma y el tabaco. Aquella expedición causó en años posteriores una gran expansión mundial de la navegación y el comercio entre pueblos, un espectacular avance en las técnicas de navegación y un nuevo impulso en un mejor conocimiento de ciencias como la astronomía, hidrografía, botánica, geografía o historia natural.


  Y todo esto tuvo su inicio en el Puerto de Palos de la Frontera, el Cabo Cañaveral español del S. XV, un tres de agosto de mil cuatrocientos noventa y dos. Hace dos años hice un pequeño viaje a La Rábida, visité muelle de las Carabelas y pude subir a bordo de cada una de las réplicas de las naves que cruzaron la mar océana camino de un destino ignoto. Accedí a todas sus cubiertas, bodegas y camarotes, y cuesta imaginar como cerca de noventa personas se hacinaron bajo aquellas frágiles cuadernas durante treinta y seis días, el período que va desde que la expedición hace su última escala en la isla de La Gomera hasta que avista tierra en Las Antillas, mientras sufrían toda clase de privaciones, tempestades, calmas chichas, vientos desfavorables y demás contratiempos. Es normal que se produjeran varios conatos de motín y que incluso algunos quisieran tirar al flamante almirante por la borda.




  Al igual que hicieran Neil Armstrong y Buzz Aldrin al descender por la escalerilla del LEM, quinientos años antes el Almirante Cristóbal Colón salió a tierra en una barca armada, acompañado de Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez y un número indeterminado de tripulantes. Desembarcaron, sacó el Almirante la bandera real y tomó posesión de las nuevas tierras en nombre de la corona española. Desgraciadamente en aquella época no existían cámaras de televisión ni emisiones de radio que dieran fe de las palabras pronunciadas por esos hombres de su tiempo. Lo más parecido que tenemos es una magnífica obra del pintor español Dióscoro Puebla, aunque me temo que demasiado idealizada.

  Como decía al principio, mañana, curiosamente también viernes, se cumplen cinco siglos y cuatro lustros de aquella increíble gesta. 

Feliz día de la Hispanidad.

3 comentarios:

  1. cuanta amnesia hay en este pais. hay que darle a estos hitos el sitio que se merecen. buena entrada y feliz dia para ti.

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  2. Gracias CaListo. La historia de España está preñada de gestas como esta. Lo realmente triste es que la gran mayoría de los españoles las desconocemos por ese espíritu cainita que nos domina.

    Un abrazo.

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  3. Comparto tu comentario. Cierto es que alcanzar la luna fue un éxito mayúsculo, además teniendo en cuenta que con la tecnología que se logró, cualquier astronauta, cosmonauta, o taikonauta, de hoy día, se negaría a realizar dicha misión.
    Pero la expedición de Colón, como la de tantos otros antes que él y de muchos otros en otras parte del mundo y en épocas diferentes, fue una gesta solo apta para hombres hechos de una pasta especial. En condiciones infrahumanas se aventuraron sin saber si regresarían y qué encontrarían en las tan aclamadas indias orientales.
    Ver y llegar a pisar aquella tierra soñada que unía dos mundos desconocidos, comparto contigo tu opinión, fue una gesta sin par.
    Un saludo.

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